“Estuvimos en los mismos lugares, no relacionábamos con las mismas personas, pero no era el momento… hasta ahora.”

Desde pequeños, nuestras vidas se rozaban sin entrelazarse. Éramos dos niños que crecían cerca, pero a distancia, como si la vida nos estuviera esperando para algo más grande. A veces, nos veíamos sin vernos… y sin saberlo, caminábamos hacia este encuentro.

El tiempo, la distancia y los malentendidos parecían separarnos, pero Dios, en Su perfecta sabiduría, escribía en silencio una historia que apenas estaba comenzando.

Fue hasta hace poco que nuestras miradas volvieron a encontrarse, esta vez con claridad, con propósito y con amor. Lo que parecía casual se volvió eterno, y lo que alguna vez creímos imposible, se convirtió en promesa.

Desde entonces, hemos aprendido a amarnos sin medida, a sostenernos en la distancia y a caminar juntos, incluso cuando el camino no ha sido fácil. Cada uno ha sanado heridas profundas, pero ahora, al mirar atrás, entendemos que todo tenía sentido para llegar hasta aquí.

Lo que hoy vivimos no es casualidad. Es una respuesta. Es una muestra del amor de Dios, que nos unió en el momento perfecto y nos enseñó que el verdadero amor siempre espera… y nunca llega tarde.

Con el corazón lleno de gratitud, queremos compartir con ustedes la alegría de este amor que hoy florece para siempre.